· La observación. Observarnos nosotros mismos nuestra piel es importante, como también lo es observar nuestra cabeza y nuestro cabello. Así podremos detectar rojeces, zonas con descamación, areatas (placas de pelada) que suelen aparecer en las zonas laterales de la cabeza, zonas con más grasa o caspa seca, protuberancias de seborrea incrustada, despoblación ligera en la zona frontal...
· El profesional. Pedir a nuestra peluquera o peluquero que nos revise el cuero cabelludo, le será más cómodo de revisar y su mirada experta podrá detectar cualquier alteración en fase temprana.
· Las sensaciones. Parar a observar, consultar con un profesional y parar a sentir nuestro cabello. Puede parecer una tontería, pero muchas personas padecen tensión en el cuero cabelludo, notan una tirantez excesiva en la piel de su cabeza. Esto se debe a la falta de oxigenación de los bulbos y notarlo a tiempo evitará posteriores picores, irritaciones, descamaciones y pérdida del cabello.
· El tallo. No únicamente hay que observar el cuero cabelludo, el tallo capilar también nos da mucha información sobre el estado del bulbo. Un cabello que va adelgazando, sin brillo, poroso, cada vez más débil nos indica que hay falta de vitaminas en la raíz. Esa escasez de vitaminas hace que no lleguen a todo el tallo capilar y puede ser motivo de los cambios estructurales del cabello.