La piel del cuero cabelludo tiene un grosor entre 3 y 8 mm, siendo la parte del cuerpo con la piel más gruesa. Esta se divide en tres capas a su vez: la más profunda es la hipodermis, por encima encontramos la dermis formada por tejido conjuntivo que contiene músculos, glándulas, papilas y folículos, desde aquí se alimentan las células del cuero cabelludo. Y por último la epidermis, esta es la capa más superficial de la piel, está formada por tejido epitelial que se divide en las últimas capas de estrato basal, estrato espinoso, estrato granuloso, estrato lúcido y estrato córneo, para seguidamente dar paso al poro y al cabello que ya sale a la superficie desde la hipodermis.
Así de compleja es la fisiología de nuestro cuero cabelludo, por ello, es tan importante su cuidado, limpieza y oxigenación. La salud del cabello está totalmente unida a la salud de nuestro cuero cabelludo, ya que es su base y sustento.
Es donde habita, se alimenta a través del riego sanguíneo de aquellos que comemos y bebemos, de nuestro sistema hormonal y como no también se ve afectado por nuestro sistema nervioso, el cuál le afecta de manera muy directa.
Un cuero cabelludo inflamado, con descamación, caspa, rojeces, picores… requiere un especial cuidado, poner atención en estado del cuero cabelludo y en el bulbo capilar es esencial para detectar, tratar y prevenir alteraciones capilares y alopecias.